martes, 20 de marzo de 2012

Cinosargos, de Silvia Zambrano, nuevo título de la Colección Expresso


Cinosargos, de Silvia Zambrano
Ciudad de México, Primera Edición, 2012
Ilustración de portada, Luis Sn Carlos,
1000 ejemplares

Más que buscar sus fantasmas, Silvia Zambrano parece habitar entre gnomos y gigantes, monstruos y dragones, cíclopes, licántropos, dioses, hadas, héroes y un inconmensurable ritual de insectos. Están ahí, con ella y con los druidas. Los seres de la tierra y los seres de los mares se consuman heridos y tocados por la realidad del alma hecha de tiempo y hazañas, abrazada por la historia y transformada por los mitos.

La vida se prefigura con valentía aunque nada se hace en balde; un momento, la imagen desnuda de un instante, es la totalidad de los sucesos. Ocurre como un parpadeo, en este estado insomne acribillado por sombras y fuegos fatuos, cuando al abrir y cerrar los ojos pasan a su albedrío las visiones. El canto las atrapa levemente y no las condiciona. A cada paso la verdad se hace paradoja, y la paradoja verdad. En Cinosargos es claro que la realidad se forma con la materia de los sueños, donde existe, y no en la vecindad de la fantasmagórica rutina que ocupa nuestras voluntades. La vida que percibimos es una falacia, un perturbador azoramiento, como si el ojo se obnubilara con el continuo existir. La realidad sucede a duermevela, para el sonámbulo.

No, no son fantasmas lo que busca Silvia, pues se han quedado entre los escombros, pues ha encontrado senderos y refugios y amores encendidos. Su poesía es limpia, nueva, de dulce ritmo, que no agota las pasiones sino para recorrerlas nuevamente. Conoce a los dioses celtas y a los sabios griegos y aun a los héroes medievales, y los interroga: “¿Qué es este vértigo antiguo que depreda al mundo inmutable?” Y los conmina: “¡Ve a lavar con tus lágrimas el oro enrojecido y la sangre del gigante de los muros de Worms!” Todo para dar un paso, para hendir suavemente la evanescente y numinosa etereidad de lo sagrado.


                                                               Enrique Legorreta


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