jueves, 25 de noviembre de 2010

Antología del Taller Charles Bukowski, compilada por Sergio García Díaz

Ciudad de México, noviembre, 2010. 1000 ejemplares. 94 pp.
Ilustración de portada: Edgar Pichardo.

Siempre cabe preguntarse de dónde salen los poetas, cómo se descubren y toman conciencia de que su quehacer es la palabra: la tenaz tarea de cantar con música propia imágenes secretas, intuidas en arrebato o en un parpadeo donde la carne, donde un destello de innombrable origen obliga a enumerar en asumida brevedad una historia total.
   Los poetas cantan, profetizan y maldicen; vagan por la calle, desprecian el mundo o lo ansían y saben de los frutos del destierro y de paraísos perdidos. Lo saben todo. Muestra de ello es esta suma de visiones. Diez poetas reunidos, a partir de una misma geografía, dedicados a enumerar sus respectivas visiones de mundos posibles y de territorios agostados. Dicen ser de Neza. Mienten. Son del mundo. Esta es la prueba.


                                                                                  Bernardo Ruiz

sábado, 14 de agosto de 2010

Memorias en clave

Memorias en clave
de José Blas

México, 2010. 1000 ejemplares. 240 pp.
Ilustración de portada: Xolotl Polo.



Como el título lo dice, Memorias en clave, es un laberinto de textos breves; claves que el autor nos da como pistas: serie de reminiscencias poéticas, utilizadas, a manera de oráculo para el transcurrir en la existencia. Extraña lúdica de ternezas es la escritura de José Blas: una sólida mezcla de la poesía de Oriente y Occidente, sin llegar al haikú; todo bajo un tono lúbrico de buqué naturalista, donde aparece ligeramente Kavafis, en ocasiones, asomándose entre las sábanas de algún poema: te sentía detrás de mí / orgulloso y fuerte / como el tigrillo / que caza solo / su primera pieza / y me alegré de serlo, retrata el poeta. Así el lector puede perderse y refrescarse en las páginas de este libro, encontrando poemas que sorprenden con interesantes hallazgos de salpicadura solar: acaso espejos solares, o deseo puro de luz, estilo que empatiza con el kilataje de Ernesto Lumbreras; hombre solar, que dora en cada objeto la idea de un sol tan purísimo como el hombre mismo: le gustaba asolearse / desde el amanecer / una ocasión / se incendió a medio día / el viento de la noche / esparcía sus cenizas. Todo se transforma en huellas que son polvo en un reloj que dura tanto como el tiempo, por eso José Blas nos entrega estos poemas para acompañar los días: no lamento / la perfección descuidada / de la naturaleza / sino la brevedad de mi visita.

Adriano Rémura

lunes, 9 de agosto de 2010

De mis humedades vengo


De mis humedades vengo, de Beatriz Cecilia.
Primera edición, México, 2010.
1000 ejemplares.
Portada de Ariadne Nenclares Pitol


Hecho con el ritmo de una voz lírica firme, De mis humedades vengo, es un libro que se construye con versos que suenan a letanías, sentencias y a canciones urbanas. La de Beatriz Cecilia es una poesía que va de lo tibio a lo cálido y crece cuando explora, se arriesga a mirar en lo presente, más allá de las ausencias, que en lo cotidiano se mueven, y en el verso se muestran: razón de las evocaciones. Tiene también la conciencia de una voz femenina, que se cuestiona; se ve como cuerpo objeto con sus formas y las habilidades que un baúl o una mesa con lámpara perciben a partir de un otro. ¿Que si existe o no una poesía femenina?, el canon masculino aún no lo acepta, pero la respuesta se acuña en cada libro en el que se vuelca un yo lírico que construye su propio lenguaje e hilvana su referencia en un imaginario de mujer: este libro se presenta al lector con la conciencia de una poesía que se nutre de la cotidianeidad, para dejar en claro, que la poeta no se desentiende de la realidad en la que le ha tocado vivir. Beatriz tiene en su voz también el conocimiento de la revelación poética y no se niega a dárnosla en sus versos. La poesía es canto, y como tal, se oye en el libro que tiene una voz: ritmo y razón para otorgarse, en este libro.

Argentina Casanova