domingo, 18 de enero de 2009

Tercer Título

Paisaje sobre la seda


Ilustración de portada: Katsumi Kurosaki. (2008, 1000 ejemplares). Agotado.



El nombre del libro es exacto en su medida y ofrece diversos temas: desde el amor, hasta su estancia en China. Temas que no escapan a la mirada de quien lo escribió y quien lo lea. Isolda retorna a su memoria, a ese vaivén que la hace escribir. Una poeta transparente y cachonda —como es ella— se muestra, en cada poema, de manera sincera, no oculta nada, sólo la creación de las imágenes. El libro inicia con un juego sugerente: convertir el índice en poema. Desde allí podemos adivinar una poeta que no teme proponer en su escritura; de hecho, su poesía tiene la metáfora en el lugar y tiempo preciso, dándole una fluidez necesaria para el lector. Paisaje sobre la seda, es sencillo, brillante; hay algo en él que sostiene la reminiscencia de una larga estancia en China. Tal vez allí surgió este libro: el té, las montañas, los colores, el abanico; un poeta nunca podrá deshacerse de la influencia de su memoria. Es la vida, sólo su vida, en este viaje de palabras.

Pina Saucedo/Bruno Hernández


Isolda Dosamantes fluye en el carnaval de la nostalgia, del melancólico etílico que hace la sangre se aligere y bombee ese corazón abstracto, hendido en las jaulas edificadas en pagodas altísimas, edificios de los cuales cualquier Miguel Hernández hubiese realizado el “salto mortal serenamente”, a no ser por el ancla del beso, los labios en otros labios, aunque sean ajenos, la lujuria que incendia el bosque púbico de los amantes, aunque estén lejos, aunque ya no se amen, encerrados en un fósil pensado, en una pose o postura del kamasutra permanecen congelados, repitiéndose una y otra vez, reproduciéndose recuerdo en el orgasmo nítido que florece nuevamente entre los dedos o labios, o cuello, pezones; florece en los cabellos eléctricos, en la llama de la lengua, en la ventana abierta hacia el mar de las mortajas, donde quieren lanzarse para reaparecer en una playa pasada, donde dos cuerpos de arena se deshacen y regresan espuma al oleaje que se adentra al ojo de la burana marítima.

Adriana Tafoya

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