Peces de ceniza y vidrio, de María Elena Solórzano.
Portada de Luis Sn Carlos. Pejelagartos.
Mil ejemplares, Ciudad de México, 2014.
La palabra
delicada, la precisión de cada una de las imágenes en la remembranza de las
cosas, con el cuidado de quien ha penetrado en las devastaciones interiores
para encontrar la iluminación, es lo que nos presenta María Elena Solórzano en
este fino poemario, cuyas imágenes brotan desde la supervivencia y la
entonación del desapego, así como la búsqueda de la sabiduría en la experiencia
y el recuerdo. Cada imagen es de una finísima figura donde se destila el
lenguaje como una alquimia mayor, donde María Elena nos muestra las fisuras entre
el presente y la memoria, donde brotan paisajes sublimes y lenguajes personales.
La nostalgia de esta gambusina de recuerdos nos lleva por senderos y
encrucijadas para recordarnos la importancia de las cosas cotidianas más allá
de lo cotidiano, bajo su rostro oculto, el rostro que solo la gran poesía puede
develarnos. He aquí un poemario de una franqueza que nos confronta de manera
ineludible.
Reneé Acosta
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